Dado que nadie puede enseñarnos a ser padres,educar a los hijos es el compromiso más exigente que podemos asumir en la vida.Para poder ser un buen padre se debe contar con la comprensión suficiente para disfrutar de una vida equilibrada y plena.Antes de dedicarnos a atender emocionalmente a nuestros hijos,primero hemos de haberlo hecho co nosotros mismos.
Existen dos formas diferentes de vivir la paternidad.Los que la ejercen amorosamente ,y quienes la ajecutan mecánicamente.Los primeros han tomado conciencia de que sus hijos vienen a través de ellos,pero no les pertenecen.Saben que algún día comenzarán a vivir su propia vida e intentan apoyarlos durante su proceso de crecimiento.
Los padres inconscientes creen erróneamente que sus hijos son una más de sus posesiones,y los tratan como una prolongación de sus egos.En vez de darles lo que verdaderamente necesitan(cariño,atención,aceptación,libertad y amor),les ponen todo tipo de límites,inculcándoles creencias,normas y valores que definan quiénes han de ser y cómo vivir.No están interesados en que crezcan y se desarrollen siguiendo su propio camino,sino en que se conviertan en los adultos que han decidido que tienen que ser.
Así,los padres inconscientes hacen con sus hijos exactamente lo que les hicieron a ellos cuando eran niños:inculcar los patrones automáticos de pensamiento y conducta con los que fueron programados,frenando así la evolución natural de la nueva generación.En el caso de que los padres sean infelices,obstaculizarán la búsqueda y la conquista de la felicidad de sus hijos.
Mientras el condicionamiento nos esclaviza,la auténtica educación tiene como finalidad liberarnos.Así,nuestra función como padres no consiste en proyectar nuestra manera de ver el mundo sobre nuestros hijos,sino en ayudarles para que ellos mismos descubran su propia forma de mirarlo,comprenderlo y disfrutarlo.
No es fácil ser padre.Pero tampoco lo es ser hijo de alguien que no preocupa realmente por el desarrollo de tu bienestar.El condicionamiento provoca que siendo niños nos desconectemos y olvidemos de nuestra naturaleza más esencial:la alegría y vitalidad con la que nacimos.Al convertirnos en adultos,nuestra verdadera identidad queda sepultada por una máscara construida con creencias,normas y valores de segunda mano.De nosotros depende ser capaces de mirarnos al espejo y ver que es necesario cambiar.
Tener hijos no le convierte a uno en padre.
RIZOS
Hace 5 años
Muy buena reflexión
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